La apnea obstructiva del sueño (AOS) es causada por el estrechamiento, a veces hasta el punto de obstrucción, de las vías respiratorias superiores del paciente a medida que los músculos se relajan, entrando en las etapas más profundas del sueño. Esto determina la aparición de la interrupción del flujo de aire en el tracto respiratorio (apneas) o reducciones (hipopneas), seguido de micro-despertares que permiten que se reanude la respiración normal. La repetición de estos acontecimientos, a la larga, altera la estructura del sueño, que está fragmentada y no es muy reparadora. Los síntomas centrales de la apnea del sueño son los ronquidos, la sensación de asfixia, el movimiento excesivo durante el sueño y las apneas comunicadas por la pareja. Con el empeoramiento de la AOS, se produce un cuadro clínico complejo, que repercute en el estado de salud y bienestar, llamado Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS) caracterizado por síntomas diurnos específicos
– Somnolencia
– Dolor de cabeza matutino
– Problemas con la concentración y la memoria.
Estos síntomas principales suelen asociarse a otros como la irritabilidad fácil, los cambios bruscos de humor, la depresión, la taquicardia, la hipertensión arterial o incluso insuficiencia cardíaca grave llamada «cor pulmonale». No menos importantes son los síntomas relacionados con el aparato digestivo causados por problemas respiratorios que implican acidez estomacal y del esófago, aumento de la frecuencia de micción por la noche y sudoración intensa. Los factores de riesgo del SAOS están relacionados con la obesidad, el tono muscular deficiente, las características estructurales y anatómicas particulares de las vías respiratorias superiores (acumulación de grasa en la cara y el cuello, estructuras palatinas o mandibulares anormales, hipertrofia amigdalar), así como a una dieta y un estilo de vida incorrecto (consumo de alcohol, tabaco, sustancias excitantes…).